La Cuaresma nos sumerge en el mar de la misericordia. Nos invita a ofrecer el incienso de la oración, a perfumar nuestra cabeza en los días de ayuno, a compartir con los demás la flor de la solidaridad.
En nuestro caminar cuaresmal, la Liturgia nos ofrece luces para vivir con intensidad este tiempo en clave de escucha, atención y exquisita caridad. Nos estimula a tener el aire de un buen caminante que sabe de austeridades, de días de sol y de lluvia, que nada lo detiene, sino que es constante hasta llegar a la meta, cueste lo que cueste.
Caminante, que sabes abrirte a los otros, ir a su encuentro, abrirte a otras ideas, sonreír al que te hiere, amar regalando a los otros los detalles de entrega y de servicio, que vives la centralidad de la Palabra, que transitas con amor el camino cuaresmal, mira a María y con Ella avanza con alegría, hacia la Pascua.
Sor Petra Elena Gónzalez